jueves, 27 de septiembre de 2007

No sabes guardar mis cosas


Quieres verme a mi llorar desaogandome de ti
suplicandote volver cuando ya cuenta me di
de qe todo lo perdi por nunca dejar de huiir
y no se como sucedio mi corason en ti se clavo
solo me qeda recuperar lo qe el pasado me iso
tirar solo una ves no volvere a caeer te llevas
todo mi corason porqe no te llevas mi dolor
disculpame quiero regresar lo qe a tu lado
perdi se qe no es normal todo te lo di no lo
supimos aprovechar no ay vuelta atras no ay
vuelta atras no ay vuelta atras no ay vuelta
atras no ay vuelta atras tenemos qe continuar
no ay vuelta atras no ay vuelta atras no ay
vuelta atras no ay vuelta atras no ay vuelta
atras teenemos qe continuar.
Con Dsprescio--

Para ti Con Dsprecio


Tengo algo que decirte
que he guardado desde hace tiempo
que quiero ya sacarlo
para que sepas, que quiero
algo nuevo mas que una amistad
(que una amistad)

Quiero verte y decirte
que ya no quiero verte
como amiga como siempre
he acostumbrado a verte
ya quiero hablarte
y decirte que te amo
que todo cambie
ya quiero conocerte mas
porque no puedo ya
no puedo vivir asi,

A mi tus ojos me enseñaron a volar y
tu boca me dan ganas de besar
y tus manos me tocaban
me llevaban al espacio
ya no se que pasaba
me desconectaba de todo lo que habia alrededor
no sabia que pensar
ni que decirte mi amor
te extrañaba desde antes de colgar

No sabia si decirlo
o callarme por error
yo no sabia si lastimaba
tu pobre corazón
o si lo alivianaba
con estas tontas palabras
yo ya quiero verte
y decirte cuanto te amo
yo quisiera ver otra vez
tu sonrisa que es de angel
tus ojos que me llevan hasta el cielo
de solo de mirarme
ya quiero verte y besarte
saber como eres bien por dentro
quiero verte una vez
y tan sikiera con eso me conforme
porque se
que estas ahi para cuando
yo no este

A mi tus ojos me enseñaron a volar
y tu boca me dan ganas de besar
y tus manos me tocaban
me llevaban al espacio
y ya no se que pasaba
me desconectaba de todo lo que habia alrededor
no sabia que pensar
ni que decirte mi amor
te extrañaba desde antes de colgar

Una visita


Ayer a eso de las cuatro de la tarde, iba yo caminando por el Parque Central frente al Palacio Nacional, pensando en qué bonito sería verte y platicar con vos. Estaba haciendo un calor de la gran diabla por culpa de un sol quemante que en algún momento, no sé cómo, me dio de lleno en los ojos y me obligó a cerrarlos. En un instante el clima cambió y empezó a llover muy fuerte y cuando abrí los ojos, ya no era el Parque ni el Palacio, sino la calle frente a tu casa y me estaba mojando, entonces abrí la puerta, así como la abren ustedes, y entré. No se miraba a nadie por ningún lado, yo recordaba que me habías dicho que los miércoles tenías clases por la tarde, así que no estarías en casa. Pero entré, mojado como estaba, me asomé a la puerta de tu cuarto y ahí estabas vos, bien cuajada, como la bella durmiente de los cuentos.

Entré sin hacer ruido, cerré la puerta y me senté en tu cama. Vos tenías tu boquita apenas abierta, peiné tu cabello sobre tu oreja y te empecé a contar que en la mañana me había arreglado bien catrín para ir con un cliente nuevo, pero que antes tenía que pasar dejando el carro a la agencia para que lo revisaran por lo que pasó de regreso de El Estor, a ver qué tanto se había jodido el pobre y en cuánto me saldría la broma. Vos sonreíste porque dije otra vez la palabra jodido. A huevos, te dije. Por salir corriendo de la casa me olvidé de sacar del carro las cosas que tenía dentro, el bombo del grupo se había quedado en el baúl. Pero qué jodidos, pensé, total en la agencia a nadie le interesará un bombo de un grupo andino. Vos levantaste las cejas, como diciendo sí, ajá. Llegando a la agencia, me llama el cliente y me dice que ya no me recibirá porque no tiene internet hoy, pero que me llamará en la tarde. Entregué el carro y regresé entonces a la casa, me puse a ver algo en internet, hice una siesta, almorcé y volví a salir, ahora en camioneta, por supuesto. Fui al IGSS a entregar el acta de supervivencia de mi papá para que le sigan pagando su pensión, y luego fui al centro para sacar unas fotocopias y que me cortaran con guillotina unas tarjetas de presentación, pero cuando iba por el Parque y el Palacio se me apareció la lluvia y tu casa y entré. Vos diste un suspiro, como el que hace la gente que duerme plácidamente.

¿Sabías que nunca había sentido algo tan especial como con vos?, te dije. Vos sonreíste como si estuvieras soñando algo bonito y te acomodaste mejor en la cama. No sé si me oís, pero estar aquí con vos se siente bien, aunque estés dormida y afuera esté lloviendo como todos los demonios. No sé cómo es que estoy aquí, pero no importa, aquí estoy, velando tu sueño y viéndote lo hermosa que te mirás dormida. ¿Cómo te fue con tus laboratorios? ¿A qué hora te acostaste anoche? ¿Pensaste hoy en mí? Vos resoplaste suavemente y yo volví a peinar tu cabello sobre tu oreja, te dije bueno entonces adiós princesa, te di un beso en la mejilla y salí de tu cuarto sin hacer ruido, no fuera ser que te despertaras. Cuando abrí la puerta de la calle y salí, de nuevo era el Parque y el Palacio y el sol quemante. Por la noche te preguntaría en un mensaje de texto que cómo te había ido, a qué hora habías llegado y si había llovido por tu casa. Vos no me preguntarías cómo me fue a mí, porque ya te lo había contado todo.

jueves, 20 de septiembre de 2007

Siempre SerA Mi MaDrE


Aparqué mi viejo Renault 21 junto a la entrada. La valla metálica que circundaba la propiedad se elevaba amenazante como lanzas oxidadas de soldados invisibles. Hacía frío. Me puse la gabardina y agarré el maletín. Caminé despacio hacia la guarida de la bestia.
¿Podría llevar a cabo la difícil tarea que me había propuesto? Una cuestión, un destino indescifrable…

La edificación Victoriana elevaba su torreón entre rosales descuidados y enredaderas salvajes. ¿Cuanto tiempo hacía que el jardinero no trabajaba en los setos? Tanto como el transcurrido desde su muerte. Muy probablemente estaría enterrado bajo uno de los grandes robles. Era costumbre de la bestia. Su familia lo buscaría durante meses, luego pasarían los años, pero el cadáver acabaría como pasto para los gusanos y otros insectos carroñeros. La mujer del jardinero conservaría por siempre la esperanza de volver a abrazarlo, de doblar una esquina y encontrarlo desaliñado, harapiento, pero vivo. Pobre infeliz.

Los árboles lloraban sobre el suelo anunciando un otoño temprano. Miré al cielo ventoso, que desafiaba al sol del amanecer vomitando grandes nubarrones grises con aroma a tierra mojada.
Respiré hondo. Los niños, perezosos y con la mochila a cuestas, empezaron a salir de las casas vecinas camino del colegio. Era la hora. Nadie debía verme afuera.

Mis pasos crujían entre las hojas muertas. Demasiado ruido. Aceleré el ritmo para desaparecer cuanto antes de la vista de los curiosos.

Aun conservaba la vieja llave. Giré la cerradura y la pesada puerta de madera se abrió con un largo quejido. ¿Es que estaba viva? Fue un pensamiento estúpido, pero inevitable. En aquella casa no había nada vivo, nada excepto yo, al menos no lo que los humanos entendemos por “vivo”; cosa que tenía que tener muy clara para poder terminar con éxito la ardua tarea que me había propuesto. Una duda, un titubeo, y estaría perdido, condenado para siempre como el pobre jardinero. O quizá la bestia me reservara peor suplicio que la muerte. Quizá la bestia no me enterraría en el jardín, quizá… Deja de pensar. ¡Actúa!

Ni en un millón de años habría imaginado que mis ojos llegaran a ver la casa donde crecí en aquel estado lamentable de total y absoluto abandono. ¡Cielo Santo!, el olor era nauseabundo; una mezcla de alcantarilla estancada y orín de animal. El polvo se había acumulado de tal manera en los muebles que apenas podía distinguirse su color original. Las paredes enmohecidas rezumaban lágrimas oscuras, como si la casa entera llorara. Las arañas se había apoderado de los techos y las lámparas, horribles bichos sin sangre ni vísceras, pero que seguían correteando, tejiendo y comiendo moscas y saltamontes. Aquellas arañas estaban tan vacías, tan frías y cadavéricas por dentro como la bestia a la que protegían, pero sus dientecitos puntiagudos eran igualmente mortales. No podía dejar que me picaran, esas arañas no…

El sofá del salón estaba en el mismo sitio, tal y como lo recordaba, bajo el gran ventanal del porche. La vieja tele, el aparador y la mesita de café, el sillón orejero, la butaca del abuelo y la lámpara de lectura. Todo estaba igual, pero muerto, podrido, oxidado.

Pasé junto a las escaleras. Arriba estaba mi habitación, donde tantas tardes jugué con las interminables fichas de “Lego”, los valientes soldados de “Famobil”, los intrépidos coches de “Scalestrix”. Aquella habitación que me guardó de las intensas lluvias mientras observaba desde la ventana y con infantil curiosidad como corrían calle abajo las hojas de los árboles. Aquella habitación, donde aprendí a disfrutar de una tarde con los corsarios de “La isla del tesoro” o la brillante imaginación de Stephen King, que tanto me hizo temblar con “El resplandor”, “El cementerio de animales” y un sin fin de espeluznantes títulos apilados aun en la vieja estantería. Fue la habitación que mantuvo en secreto mi adolescencia, la habitación que atestiguó mi primer beso, mi primer amor… Y ahora todo estaba muerto.

Llegué a la cocina. El olor de las magdalenas ya no existía. Solo el moho, los orines y las arañas no-muertas, que seguían moviéndose con sus patitas afiladas. Ya no quedaba rastro de los buenos tiempos, aunque mi imaginación me permitía seguir viéndola a “ella”, sentada en la silla, amasando los huevos y la harina. Aun podía ver su amplia sonrisa, su pelo largo y negro, sus manos ágiles, fuertes…

La puerta del sótano estaba justo al lado de la alacena. Abrí. Un viento helado y pútrido me golpeó la cara. Me eché hacia atrás. Me temblaban las piernas.
No había luz. Encendí la linterna. Bajé un escalón tras otro. Llegué al final. Barrí con el estrecho haz de luz toda la estancia: Estanterías, cajas húmedas, pelotas desinfladas, la caldera apagada, y en el medio, elevado sobre una piedra de duro granito, el ataúd. Allí estaba, silencioso. La caja mortuoria desentonaba con el entorno, ya no por su propia naturaleza, si no por la extrema limpieza que desprendía sus laterales de madera. La bestia estaba dentro.

Me acerqué. Intentaba no pensar. Había venido a acabar con la bestia, a quemarlo todo, a destruir hasta el último recuerdo. No debía pensar, solo actuar.

Encendí las seis velas de los dos largos candelabros que velaban el sueño del no-muerto. Apagué la linterna. La luz tenue y titilante hizo emerger sombras que antes no estaban, sombras que se movían, que aparecían y desaparecían, sombras que presentían mis intenciones, pero que nada podían hacer para evitarlo. Eran sombras excitadas, sombras de arañas, unas grandes, otras pequeñas y veloces. Pero ellas, las arañas, no estaban allí, solo estaban sus sombras. O eso creí…

Dejé el maletín a un lado y me dispuse a abrir la tapa del ataúd. Iba a ser duro. Las dudas inundarían mi pobre espíritu. La bestia, su rostro, sus ojos; si se despertaba jugaría con migo, me embriagaría, volvería a enamorarme. Pero esta vez me mataría, o algo mucho peor…Sabía lo que iba a encontrarme allí dentro. No paraba de repetírmelo una y otra vez _No pienses, no pienses, no pienses…_

Abrí la tapa del ataúd. Las bisagras chillaron. Mi piel se erizó al tiempo que escalaba por todo mi cuerpo una espantosa ola de miedo. Hasta la última vena, la última arteria y el último capilar se inundaron de un torrente de sangre fría como el hielo. Fue como si la mismísima esencia de la muerte corriera en mi interior, una muerte lenta, sigilosa, que avanzaba desde las puntas de los dedos de los pies hasta mis manos vacilantes.

El no-muerto descansaba sobre impoluto raso blanco; una bestia inhumana, una bestia incapaz de sentir compasión, de sentir piedad, de sentir amor, o al menos no el amor que se profesan hombres y las mujeres, al menos no ese amor. Y no pude evitar que otra cuestión saltara a mi cabeza. ¿Pueden amar los no-muertos? ¿Acaso se aman entre ellos como hombres y mujeres, como padres e hijos, como hermanos? No estaba seguro, no podía estar seguro. “Debía dejar de pensar. ¡Deja de pensar. Solo actúa!”

Por supuesto que era hermosa. Tanto como antes de convertirse en la bestia que era ahora. Es más, quizá fuera más hermosa, si eso era posible: Las espesa cabellera caía a los lados de su rostro nacarado, terso y de piel limpia, como la de una muñeca recién estrenada, recién sacada de la caja. Parecía que pudiera romperse en mil pedazos, como si estuviera hecha de porcelana. Quedaba un leve rastro de color en sus mejillas. Dicen aquellos que han perseguido y exterminado a otros no-muertos que el color rosado inunda sus caras después de alimentarse de un humano. La sangre caliente de las victimas permanece palpitando en el interior de sus inmóviles corazones por un tiempo, hasta que se enfría. Luego vuelven a tener hambre…
¡Qué turbadores labios! ¿Acaso existía alguien capaz de resistirse a su beso? Pobres infelices. Cuantos habrán caído tentados por su turgencia, por su aparente calor. Y qué sorpresa les aguardaba tras su sonrisa. Qué terrible sorpresa cuando los colmillos aparecieran tras aquel esplendor.

Agarré la estaca y el pesado martillo. Me incliné hacia delante. Su pecho no se movía, sus manos reposaban sobre el estómago, sus pies estaban descalzos…
¿Cómo podría hacerlo?
“No pienses. Actúa”.
Levanté el martillo y apreté los labios. Iba a golpear. Tenía que hacerlo con fuerza, con tanta fuerza como pudieran suministrar mis músculos. Los no-muertos tienen huesos extremadamente duros. Atravesar el esternón no era nada fácil. Más de un cazador de vampiros había caído abatido después de que la estaca se partiera en dos sin ocasionar más daños que una leve punzada en la superficie de la piel blanquecida. Una mala elección en el grosor de la herramienta y estás acabado, un golpe sin contundencia y la bestia te arrancará la cabeza antes de que puedas siquiera volver a levantar el martillo.
¿Podría hacerlo?
“No pienses”.
Como las imparables olas del mar, un sin fin de imágenes se precipitaron sobre mi cabeza recordándome al antiguo dueño del cuerpo que reposaba dentro del ataúd y que ahora era la cáscara, el traje incorrupto de un vampiro salido de la jodida boca del infierno. Las imágenes llegaron acompañadas de los olores, del olor a las flores de jardín, del olor a la hierva recién regada, del olor de las mañanas, de ese aroma a magdalena recién hecha que flotaba en toda la casa y subía las escaleras hasta mi habitación, como un espíritu bondadoso e invisible que me daba los buenos días rascándome la nariz. Y que otra cosa puede despertar mayores recuerdos que los olores.
¿Cómo podría hacerlo? ¿Cómo podría clavar aquella enorme estaca de madera en mitad del pecho de la que antes había sido mi madre? Ya lo se. Ella ya no estaba allí dentro, ella estaba muerta. Eso me dijo el viejo cazador de vampiros, eso me dijo… Pero su cara, sus labios, su pelo. Dios santo, era su rostro, era ella la que reposaba en el ataúd. Estaba allí, justo delante de mis ojos, después de tantos años, estaba allí, tumbada, dormida. ¿Cómo iba a atravesarle el corazón a mi madre? ¿Y si aun quedaba algo de ella en los más hondo de...? ¡Joder!, puede que no estuviera muerta del todo. Recuerdo que siguió haciendo las mismas magdalenas después de convertirse. Yo aun no lo sabía. Estuve viviendo con un vampiro muchos meses sin saberlo. Sólo tenía doce años, y mis amigos seguían viniendo a jugar a casa. Por las tardes, para merendar, nos daba las magdalenas. Y cuando nos quedábamos con hambre, preparaba bocadillos. Le gustaba alimentarnos, le gustaba vernos comer. Entonces era la misma mujer. Por supuesto que hubo cambios, cambios que fui percibiendo con el tiempo: Dejó de limpiar, de barrer y fregar. Poco a poco fue adquiriendo una terrible alergia al sol, que le hizo llevar siempre gafas de sol y evitar su exposición directa, que derivó en un llamativo color nacarado de la piel. Más tarde dejó de dormir por la noche, parecía presa de insomnio. Los primeros días leía en el salón, o tejía largas bufandas. Luego empezó a salir. La veía abandonar la casa vestida con sus mejores trajes, como si siempre fuera de fiesta. Pero, a pesar de las ausencias, el olor a magdalenas seguía despertándome por las mañanas. ¿Era la misma mujer? A mí me lo parecía.

Al contrario de lo que la gente cree, los vampiros no siempre descansan de día, y mucho menos al principio de su conversión. El sol puede provocarles graves quemaduras, pero basta una buena protección solar y lentes oscuras para soportar sus efectos. Naturalmente, con el transcurso de los años, el vampiro prefiere usar los días para su descanso y evitar la incomodidad y los peligros de la claridad. Pero solo la evolución personal los empuja a tan exclusivos comportamientos noctámbulos.
Mi madre siguió ayudándome con las tareas del colegio, siguió recibiendo a mis amigos como si fueran sus propios hijos. Los besaba y les preparaba la merienda con una sonrisa en la boca. Todos percibíamos el tacto cada vez más frío de sus labios. Pero ¿qué importancia podía tener eso? Ella seguía cuidándonos, era tan amable como siempre, tan alegre como siempre, tan hermosa... Y sus ojos cada vez eran más brillantes, más verdes, más cautivadores. ¿Quedaba entonces algo de mi madre en el cuerpo que yacía en el ataúd?
“No pienses, no pienses”. Actúa.
Claro que acabé sabiendo de su nueva naturaleza diabólica. ¿Que cómo ocurrió? Antes he dicho que le gustaba vernos comer, alimentarnos como a buenos chicos de pueblo. Pero un día decidió cambiar radicalmente sus costumbres, y en vez de seguir preparando aquellas buenas magdalenas y bocadillos, como siempre había hecho con dulzura, ese día de invierno, de calor de estufa y corrillos de brasero, ese día fatídico decidió comerse a las criaturas que antes había alimentado. Un diferencia imposible de pasar por alto. Primero los engordó, y luego se los zampó uno por uno. La encontré agarrada a la yugular de Tomás. Aun estaba vivo; el pie derecho golpeaba el suelo intentado llamar la atención con las pocas fuerzas que le quedaban, pero su mirada se apagaba como una vela. Con un brusco movimiento mi madre le arrancó la mitad del cuello. Tomás calló al suelo como un muñeco de trapo. La sangre no dejada de fluir del enorme agujero. Fue espantoso ver la blanca y limpia piel del rostro de mamá inundada de la sangre aun caliente de mi amigo. Corrí despavorido. Pero mamá era rápida, tanto que consiguió agarrarme del brazo antes de que pudiera llegar a la puerta. Se movía como una serpiente hambrienta. Con un pequeño impulso de los músculos de sus nuevas piernas de vampiro superó la distancia de toda la habitación. Y que terrible fuerza tenía en las manos.
_Mamá, me haces daño_ le dije absolutamente atemorizado.
_¿Donde vas?_me contestó con su misma voz melodiosa, pero con una boca desbordada de sangre espesa y dientes puntiagudos.
_Suéltame, por favor_
Lo recuerdo como si hubiera sucedido ayer, aunque hacía ya más de quince años. Mi madre me dejó ir. Aunque antes me hizo temblar como una hoja. Se arrimó al oído. Yo creía que iba a arrancarme la vida, como había hecho con Tomás. Pero me equivoqué. Noté el calor de la sangre que empapaba su cara, noté el aliento gélido de la bestia… No me mordió. Se arrimó todo lo que pudo y me dio un beso rojo y húmedo mientras me decía _Volverás, y volverás para quedarte. Yo siempre seré tu madre_

Y puede que tuviera razón.
Apoyé la estaca justo en el centro del esternón. Levanté el martillo. Una lágrima resbaló por mi mejilla. La miré. Por un instante volví de nuevo atrás en el tiempo. La ví bailando en el patio, al anochecer, ataviada con su vaporoso traje de seda. La ví con el pelo empapado, paseando bajo la lluvia en la oscuridad de la madrugada y saludándome desde la acera con sus manos de largos dedos…
La miré. Agarré bien fuerte el asa del martillo para asegurarme de no fallar. Y entonces, en aquel momento de extrema tensión, entonces abrió sus ojos verdes y me miró. No dijo nada, no me arrancó la cabeza, como me habían asegurado que pasaría si el vampiro se despertaba. Corrieron largos segundos, ella indefensa bajo la madera puntiaguda, yo dispuesto a atravesarla como a un animal rabioso. Pude oir la aguja de mi viejo reloj de bolsillo. Puede sentir el transcurso del tiempo, cada tic, cada tac. Ella me miraba sin más gesto que el brillo de sus colmillos sobresalientes. ¿Quién era aquella mujer? ¿Era mi madre, o era la bestia asesina y sin espíritu de la que hablan los libros?
“No pienses”
Por fin habló con su delicada voz, esa voz melodiosa, esa voz… _Has vuelto. Estás aquí_
Los mismos ojos, la misma boca, era la misma mujer. Sólo que ya no le gustaban las magdalenas. Prefería la sangre, prefería los cuellos calientes y desnudos.
“No pienses, no pienses, no pienses, no pie…”.
Solté el martillo y dejé que me abrazara.
Ahora salimos juntos a cazar, por que ella siempre será mi madre.

sábado, 8 de septiembre de 2007

Break Dance..Dimensions

El Break Dance es un baile que combina una serie de ejercicios aeróbicos y un estilo que toma prestado una variedad de formas, movimientos, y maniobras especialmente basadas en las Artes Marciales, Capoeira, Gimnasia y el popular funk. La lista de los movimientos es enorme y requiere una gran práctica y disciplina para llevarse a cabo.

Lista de movimientos de Break Dance (en inglés)

Terminología

El Toprock se refiere a una serie de pasos realizados de pie, siendo estos una mezcla de Capacidades físicas, coordinación, flexibilidad, ritmo, y lo más importante, estilo. El uprock es un estilo competitivo de toprock, que consiste en esencia el retar al breaker del grupo contrario en las conocidas batallas o retos de breaker´s.

El Footwork consite en el baile que ejecuta el b-boy haciendo un contacto más cercano con el suelo pero siguiendo la misma línea de creatividad y complejidad para realizar su rutina.

Los Power Moves son los movimientos mas característicos de este baile y los que requieren más practica, estos movimientos son los giros que realiza el bailarín en su rutina, entre estos movimientos podemos nombrar al windmill, el backspin, headspin, flare, air flare.

Los Freezes son movimientos acrobáticos que realiza el bailarín al congelar su cuerpo en un alto grado de complejidad, ya sea parado en una mano o en un codo, la intención del freezes la culminación de la rutina del bailarín y se califica dependiendo del grado de dificultad del freeze.

Las batallas se refieren a un encuentro entre dos grupos de breakers, que se reúnen en un círculo en un espacio abierto y uno a uno realizan en el centro la rutina de baile y cada vez va adquiriendo mayor grado de complejidad las salidas de cada bailarín. En una batalla los grupos pueden realizar coreografías sin perder la esencia del baile, que es la acrobacia. Los ganadores suelen ser los que han realizado la mejor variedad de movimientos.

Kobe o Jordan?¿..



Pero lo hecho por Kobe ante lo conseguido por Michael Jordan, parece cosa de niños. Y baste solo echar una miradita en retrospectiva para darnos cuenta que Michael por el momento sigue siendo el mejor.

Jordan ha sido un atleta fenomenal con una combinación única de gracia, poder, plasticidad y capacidad de improvisación que lo llevaron al pináculo de su carrera en donde en su momento fue considerado la gran súper-estrella de la NBA.

Sin importar que no haya jugado durante 3 años (1998-2001), Jordan fue con toda seguridad el atleta más famoso durante ese tiempo en el básquetbol. El colaboró para que su equipo, “Los Toros” de Chicago consiguieran 6 títulos de campeón bajo la batuta del llamado “Maestro del Zen” Phil Jackson. En sus años como profesional Michael Jordan logro todo tipo de marcas y reconocimientos. Durante años fue el jugador más valioso de la temporada regular, el mas valioso en 6 finales de la NBA y además el mas importante jugador “Comercialmente” hablando dentro de este circuito.

Quizá el único error grave que haya cometido Michael Jordan en su carrera haya sido el haberse retirado del baloncesto en la temporada 93-94. Durante ese año Jordan decidió probar suerte en el béisbol profesional jugando con “Los Barones de Birmingham”, una sucursal de los Medias Blancas de Chicago en doble “A”. Ahí El gran Michael supo que lo suya era el básquetbol y nada mas.

Hoy por hoy la lucha es dispareja, ya que Michael Jordan vive el ocaso de su carrera, mientras que Kobe Bryant apenas ha iniciado su camino cuesta arriba. En esta temporada 2002-2003 Los números lo dicen todo, en casi todos los departamentos el Jovencito Bryant supera al maestro, pero la huella dejada por Jordan solo podrá ser mejorada si Kobe sigue una vida dedicada de lleno al básquetbol, a su familia y sobre todo a su deseo de ser el mejor jugador en la historia de la NBA, porque calidad y aptitudes para mejorar lo de Jordan, le aseguro que las tiene. Pero usted que opina?.

miércoles, 29 de agosto de 2007

LoS jOtItaS


Festejo en Perú por victoria en Mundial Sub 17
Lima, 29 ago (PL) La prensa y los aficionados peruanos celebran hoy la sufrida clasificación de su seleccionado, sobre el de Tayikistán, a los cuartos de final del Campeonato Mundial de Fútbol Sub 17, que se disputa en Surcorea.
Los comentarios cubren de elogios al portero Eder Hermoza, que decidió a favor de sus colores la definición por penales (5-4), al atajar el disparo inicial del rival, luego que el tiempo extra terminó igualado 1-1.
"Perú hace historia y clasifica a los cuartos de final", destaca el diario El Comercio, en alusión a que los juveniles protagonizan la mejor actuación internacional del fútbol inca en casi 30 años.
El rotativo considera merecida la clasificación y argumenta que desde el inicio del cotejo Perú fue más ofensivo, al punto que en el primer tiempo tuvo ocho opciones de anotar frente a sólo dos de Tayikistán, pero fue perjudicado por la cancha anegada por la lluvia.
Para la estación Radioprogramas, Perú ejerció "una notoria superioridad sobre el cuadro asiático" y se puso en ventaja a los 12 minutos, con gol de Reimond Manco.
El rápido empate fue "un golpe muy duro" para los peruanos, que cedieron la iniciativa a Tajikistán, anota el diario Perú 21, aunque agrega que los incas se repusieron y volvieron a dominar el cotejo.
Perú 21 elogia la tranquilidad y la calidad de los ejecutores peruanos en la definición por penales.
En los cuartos de final Perú enfrentará a Ghana, que hoy eliminó al favorito Brasil (1-0) y es reconocido por periodistas e hinchas limeños como un rival muy difícil de vencer por su potencia física y su nivel técnico